Estrés y uso de tecnologías

El estrés es la respuesta natural de nuestro organismo ante cambios en el entorno o acontecimientos que evaluamos como amenazantes o potencialmente dañinos; cumple la función de prepararnos para la acción ante una eventualidad, defender­nos y garantizar la supervivencia.

En ese sentido, el estrés no es malo ni bueno en sí mismo, pero es claro que deja de ser saludable o adaptativo cuando es demasiado intenso, persiste en el tiempo y/o aparece en situaciones que no son realmente amenazantes.

El último tiempo ha sido para la mayoría, de importante stress, y muchos de nosotros hemos recurrido a la tecnología como manera de relajarnos, distraernos o simplemente “hacer algo”; además esta ha sido para algunos, especialmente adolescentes y jóvenes, la única manera de interactuar con otros.

Sin embargo, esta tecnología que podría resultar teóricamente enriquecedora, puede transformarse en noci­va para la salud, dependiendo de cómo y el tiempo que se utilice.

Lo habitual es usar la tecnología para comunicarnos y acceder a muchísima información, lo que es un gran facilitador. Sin embargo, hay ocasiones en que la persona puede comenzar el perder el control de su uso, como cuando necesita cada vez más horas de conexión a Internet para contestar “todo” o bien “no puede” desconectarse.

Si ello ocurre y además se pierden horas de sueño por estar conectado, la persona presenta pensamientos recurrentes e incesantes en torno a que habrán contestado los demás, que va a “subir” o la presencia de rabia extrema cuando la conexión falla, estamos hablando de una conducta más bien compulsiva.

Este patrón conductual probablemente tenga otros efectos, como mentir en torno al tiempo que se usa en internet, que los cercanos se quejen de su “adicción” y dejar de estar con personas reales, abandonar estudios o del cuidado personal.

Según un artículo de Psiquis Lab, el mal uso de las tecnologías puede mantener un estado mental de riesgo, ya que incrementa el estrés, el aislamiento, la dependencia, induce al sedentarismo y deprime, lo que puede traer como consecuencia conflictos familiares y pérdida de la interacción cara a cara; lo que aumentaría el grado de vulnerabilidad a padecer otra sintomatología psicológica o psiquiátrica.

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